jueves, 21 de octubre de 2010

Todos tenemos un 21 de Octubre que contar.

Sabía que el día iba a empezar frio, aburrido hasta las 10 a.m, no sé porque estaba seguro de esto, aun así, sabía que sin importar el clima absolutamente todo cambiaria casi a las 11 de la mañana. Es simple, mi imaginación resulta ser a veces tan real que le creo lo que dice.

El día va según lo esperado, llueve, hace frio, pero aun así la música mantiene todo gratamente cálido. Hoy es otro día en el que debo pensar que una persona ya no está conmigo, en fin, alguien sale de la vida, me imaginaria que alguien entrara. Es así siempre, no?.

Recibo invitaciones para almorzar, pienso en que es rico esto porque detesto almorzar con gente cerca, no soporto que nadie me mire mientras almuerzo, así que hoy podre cambiar esta rutina, estoy a la espera de la hora justa para probar que pasare un buen momento. Todo sale según lo pensaba, el almuerzo estuvo delicioso, aunque como bastante y la cantidad no supero expectativas, la charla fue muy grata. Todo fue lo esperado, que bien, ahora de regreso al trabajo.

Mientras trabajo y duermo, pienso que no fue tan malo mi día, hoy es jueves, hoy es 21 de Octubre. Empieza a llover.

Se que es buena idea hacer ejercicio, no porque me interese en si ejercitarme, sino porque podre ver algo que me interesa, y sumándole a todo esto, mi dolencia se ira. Siempre ocurre, hoy espero esto una vez más, así que solo será cuestión de tiempo. Me pierdo unas cuantas estaciones del transporte cotidiano, y no sé por qué, llego tarde sabiendo porque, en fin, todo sale según esperaba.

No tengo mi reloj en mi muñeca izquierda, no tengo gafas pero si puedo decir que son casi las ocho de la noche, hace mucho frio, me debo detener porque mi rodilla no funciona bien, no hay nada para hacer hoy. Para mí, el ejercicio por hoy se acabo. Quizás hoy no debí haber venido. Estoy sentado solo en una congelada silla, no llueve pero pareciera, todos sudan y yo aquí como un tonto pensativo, estoy más frio que la sillita que me sostiene. Las cosas ahora no son como las esperaba.

Lo único que me queda por hacer hoy antes de terminar el horripilante día será quejarme. Pero no lo hare como siempre, no será una pataleta, será algo más digno, algo que disfrute o por lo menos trate de disfrutarlo y que no tenga mala vibra, algo sencillo pero elegante. Empiezo con mi nueva meta, así que poco a poco voy logrando quejarme decentemente, sé que voy bien, pero entre queja y amargura hay poco espacio, así que solo pido algo que me ayude con este tema, que a veces me hace mal, así que pido una ayuda sobrenatural. Me quedo quejándome inteligentemente, mis quejas no superan el límite del por qué este clima, porque la fatiga, porque me duele, en fin, nada del otro mundo. Todo sale como esperaba nuevamente.

Alguien se me acerca mientras miro el piso sin mirar a ningún lado, ese alguien me saluda y me asusta un poco, debo aceptarlo, pero aun así, se siente como agradable lo que trae, al levantar mi cabeza quejumbrosa veo entre la oscuridad de ese parque que mi gran amigo me saludo, el no sabe que no puedo expresar alegría porque estoy medio congelado, pero sabe que me tendrá que esperar mientras vuelvo a ser consciente. Esto no lo esperada. Qué gran sorpresa, hace mucho mucho no lo veía. Me alegra ver gente como él, mi queja prefiero huir, ya no la necesito.

Hablo con este sujeto de cosas muy interesantes, no hay café esta noche, no hay siquiera sillas en donde sentarnos, no hay nada para hacer una conversación perfecta, aun así en medio de todo este paisaje pesado y desastroso, la conversación no podrá mejorar. Esto es nuevo para mí. Me independice del café.

Quizás Dios sabía que no necesitaba para nada el ejercicio de esta noche, quizás no necesitaba la charla del almuerzo de hoy, muy seguramente no debí perderme en mi camino a este parque, pero no cabe duda que Dios si sabe perfectamente que necesitaba a mi gran amigo, muchas horas, bostezos, malas caras para concluir que los próximos cinco meses serán los más extraordinarios de mi vida conocida. Una hamburguesa con sabor artificial completa nuestra alegría, ya no es solo mi risa y sarcasmo, ahora mi amigo me ayuda a llevar todo esto de camino a casa, esta noche llegare con regalos a casa.

Hoy perdí una persona más, pero todo ya esta pago. Así que recuerdo lo que esta mañana El me dijo: "Haz tu trabajo, que yo me encargo de asombrarte". Hoy las cosas no eran las esperadas.

Mr. Wow

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